1.-Las instituciones educativas y los “horizontes culturales”: imbricados, en pugna y en conflicto dentro de escenarios comunes y en procesos complejos de desorden y descentramiento cultural. Actitud de negación y denuncia, desde el horizonte cultural escolar, de los medios y la cultura mediática. De ahí que se produzca una denuncia moralista, por las deformaciones y degradaciones provocadas por los medios sobre las audiencias influenciables, y otra progresista, que condena la intervención cultural y la manipulación ideológica ejercida por los medios.
2.-La educación y los medios de comunicación: El segundo modo de atravesar el territorio de comunicación/educación comprende prácticas y proyectos de acción que, lejos de encontrarse condensados, hacen cada vez más multifacético al territorio. Sin embargo, recurriendo a que es posible observar un común sentido hegemónico pedagógico. La pedagogía de la comunicación comprende diferentes enfoques y problemas; el enfoque funcional-cultural que comprende el estudio sistemático de la educación como hecho cultural. El énfasis esta puesto en los usos socioeducativos de los medios, diferenciado según los modelos pedagógicos que los enmarquen. Algunos autores (haciendo especial referencia a la educación a distancia) plantean un enfoque alternativo centrado en la capacidad productiva (como emisores) de los receptores, o en la participación y en diferentes mediaciones pedagógicas.
Uso informacional, los medios cumplen con la función de apoyo, que apunta a incrementar la información dentro de una linealidad en la transmisión:
Perspectiva funcionalista, planea críticamente las condiciones de conflicto estructural de nuestras sociedades.
Modelo pedagógico critico, apuntan a provocar instancias dialógicas frente al material utilizado, lo que alienta la reflexión y la toma de posición, o también se centra en la “educación popular” como alternativa.
3.-La educación y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación:
Una primera ventana ubica el problema en el debate autonomía/dependencia en América Latina, referido a la inclusión de tecnologías en educación[. Otra ventana condensa una preocupación por decidir que y cuáles tecnologías incorporar como medios de enseñanza y cómo las tecnologías vienen a renovar la enseñanza misma. La tercera ventana hace hincapié en la necesidad de una apropiación de las tecnologías desde horizontes pedagógicos, aprovechándolas para transformar la pedagogía tradicional. La cuarta platea la cuestión del conocimiento en un ecosistema comunicacional que redefine la relación hombre/máquina.
Los sentidos hegemónicos de “comunicación y educación”.
Un imaginario que está configurado por dos sentidos que hablan de «educación para la comunicación» o de «comunicación para la educación», donde el para de ambos manifiesta un anudamiento significativo que atribuye a la comunicación es una situación de causa para lograr efectos educativos y la educación para alcanzar comunicación armoniosa.
La topografía nos habla de un reconocimiento primario: de la trama de la que está constituido el campo; pero posibilita la identificación de una topología configurada por los sentidos hegemónicos de «comunicación y educación», que operan como verdaderas obturaciones.
La escolarización residual y la educación para la comunicación: La escolarización designa un proceso en el que una práctica social como la escolar, va extendiéndose a nivel masivo en las sociedades modernas. De este modo, la escuela se va constituyendo como institución destinada a producir una manera de organizar los procesos de socialización, de habilitación para funcionar cotidianamente y de transmisión y uso de conocimientos, que debe entenderse en relación con otros núcleos organizacionales de la modernidad (los mercados, las empresas y las hegemonías), y con sus rasgos propios (la sociedad capitalista, la cultura de masas, la configuración de hegemonías y la democracia .
1. La primera creencia tiene que ver con un desplazamiento producido por la modernidad que se reproduce en la escuela: el desplazamiento de las formas desordenadas de la cotidianidad al disciplinamiento social como concreción del anudamiento entre orden y control. En concreto se refiere a que la educación disciplina la entrada del mundo en la conciencia, un supuesto de la concepción “bancaria”.
2. La segunda creencia tiene relación con otro desplazamiento producido por la modernidad hacia el “ser alguien”, que está unido a la idea del progreso como un fantasma, anudado con la obtención de y la pertenencia sobre un “patio de objetos” materiales o simbólicos. hace referencia a la educación como preparación para la civilización prometida, para la vida futura, para el mundo adulto, (usar, leer, producir) con los medios. Ignora las revolturas socioculturales contemporáneas.
3. La tercera creencia se vincula con un tercer desplazamiento producido por la modernidad: el desplazamiento de las culturas orales primarias a la «lógica escritural». Una lógica de la escritura articulada con el desarrollo de los sistemas legales, en especial contractualistas, y con las formas modernas de organización de las sociedades.
1.- La comunicación implica transparencia entendida como claridad, esto es, como lo contrario a la opacidad de los procesos socioculturales. Y transparencia en varios sentidos:
2. Como posibilidad de «retroalimentación» o feedback, esto es, como circuito que garantiza la eficacia de un «sistema» preconstruido de relaciones entre un emisor y un receptor (que admite pensar a ese sistema como dinámico).
3.- Implica una comunidad de lenguaje que se concretiza en «foros», donde la esperanza está puesta en la voluntad subjetiva de los participantes, lo que contribuye a consagrar a la comunicación intersubjetiva.
4.-Como «interacción microeconómica», en la cual los agentes individuales pueden actuar racionalmente en un «mercado» equilibrado en la medida en que cuenten con una trasparencia informacional. El enfoque microeconómico se caracteriza por el giro subjetivista centrado en la acción de los agentes: los productores y los consumidores; el objeto de la microeconomía es el comportamiento en el mercado de los agentes individuales orientado a una maximización (en el caso de los productores, la maximización de los beneficios; en el caso de los consumidores, la maximización de las utilidades).
Para un proyecto transversal de Comunicación/Educación.
Primero: la persistencia y profundización de estudios culturales de la comunicación en la educación, capaces de describir la transformación en las formas, las prácticas y las instituciones culturales. Segundo: la construcción creativa de una pedagogía crítica de las mediaciones culturales que permitiera que la pedagogía fuera hablada desde la reconexión entre cultura y política.
Un proyecto transversal de Comunicación/Educación significa comenzar a interrogar el territorio desde los desarreglos, las opacidades, la refiguración de pugnas, los destiempos, los intersticios, las brechas, la señas. Contra la empresa cartesiana de «claridad y distinción», sin el imperialismo “científico” preguntarnos sobre esa revoltura sociocultural que ha puesto al descubierto el desborde de la escolarización y ha evidenciado su agonía en los microprocesos cotidianos. Los microprocesos socioculturales evidencian el desarreglo del disciplinamiento social enarbolado por la escolarización. La cultura mediática ha venido a revolucionar las prácticas y las representaciones imaginarias, los lazos sociales y las sensibilidades; y esto se ha metido por las ventanas en las instituciones educativas y en las prácticas que en ellas se manifiestan.
Esto acontece como pugna en los escenarios educativos o escolares. Pugna entre el desarreglo de las relaciones disciplinarias y sus imperativos y la desimplicación de su marcaje, por un lado, y el remanente disciplinario con su ímpetu normalizador renovado que permea en muchos proyectos e instituciones educativas. Todavía pretende ser portadora y guardiana de “lo culto”, y como tal conserva en el nicho escolar a “lo culto”. El escenario educativo está testimoniando la impotencia de la racionalización: se ha transformado en “campo de juego” donde se evidencia el conflicto entre el horizonte cultural moderno (y los residuos culturales no-modernos.